Antes de ir al quirófano es clave asegurarse de estar viviendo un buen momento mental y emocional.
Si usted está pensando en practicarse una cirugía plástica y el profesional con quien consulta no le hace suficientes preguntas sobre las razones por las cuales desea pasar por el quirófano o sobre sus antecedentes clínicos, lo mejor es que busque otro médico: los que son responsables se aseguran de que la motivación del paciente sea real y no esconda un problema emocional más complejo.
Para pasar por un quirófano con el fin de lograr un cambio físico, todas las personas deben gozar de buena salud física, por supuesto, pero también de buena salud emocional y mental.
Lina Triana, cirujana plástica, vicepresidenta de la Sociedad Internacional de Cirugía Plástica Estética, explica que es fundamental tener una primera conversación con cada paciente antes de una cirugía plástica para conocer su verdadera motivación.
Las personas deben querer cambios en su físico porque se quieren a sí mismas, porque esperan corregir algo que no les gusta. Para ella, esa primera consulta con el paciente es definitiva.
“Como cirujanos plásticos, de manera rutinaria no hacemos un examen psiquiátrico; pero para mí sí es muy importante durante la cita tener el tiempo suficiente para escuchar al paciente y entender por qué está en mi consultorio”, dice Triana, también vicepresidenta de la Sociedad Colombiana de Sociedades Científicas.
La experiencia ha demostrado que muchas de estas personas superan estos problemas con terapia, con entenderse, con quererse a sí mismas
Ricardo Galán Suárez, cirujano plástico del Hospital Militar Central de Bogotá, coincide con Triana.
“Cuando uno ve que el paciente está motivado porque quiere mejorar su autoimagen, es un factor positivo, pero cuando está más pendiente de los comentarios de los demás que de su propia imagen –por ejemplo, cree que lo miran porque está gordo o le dicen que su nariz es grande–, algo está pasando por ahí”, afirma el cirujano.
Los especialistas responsables, cuando tienen dudas sobre si la persona que los consulta goza de estabilidad emocional para hacerse la cirugía plástica, suelen remitirla a psicólogos o psiquiatras para una valoración. En otros casos, la experiencia y la capacidad de escuchar al paciente les permiten decirle no en una primera cita.
Rodrigo Córdoba, médico psiquiatra, jefe del departamento de Psiquiatría de la Universidad del Rosario, explica que existen casos en los que las personas creen equivocadamente que la cirugía plástica puede ser una salida fácil o rápida a una mala situación.
Por ejemplo, problemas conyugales, dificultades para aceptarse a sí mismo y baja autoestima. Y la experiencia ha demostrado que muchas de estas personas superan estos problemas con terapia, con entenderse, con quererse a sí mismas.
Señales de alarma
Durante el proceso para practicar una cirugía plástica, los médicos estudian la historia clínica del paciente, y si este ya cuenta con tres, cuatro o más procedimientos, esto debe ser visto como una señal de alarma. Puede ser que quien consulta padezca un síndrome dismórfico corporal.
Como consecuencia de este, la persona nunca está contenta con su físico. No acepta su cuerpo. Es un síndrome con una carga biológica importante, combinada con problemas de personalidad, y requiere tratamiento psiquiátrico. En estos casos, la persona no debe ser operada.
Los especialistas deben ser honestos y no prometer metas imposibles
Otra señal de alarma es cuando la persona tiene una enfermedad psiquiátrica de base. Si el paciente no se encuentra estable, no debe someterse a la cirugía. El cirujano debe ser lo suficientemente agudo para detectar que algo no anda bien o contar con una aprobación del psiquiatra que trata al paciente para asegurarse de que es recomendable la intervención.
Córdoba sostiene que se presentan –con más frecuencia de lo que se cree– casos de personas en depresión o en estados de manía que acaban siendo operadas y después, cuando se estabilizan, deben pasar por terapias que les ayuden a entender lo que les sucedió y a aceptar sus cambios físicos. “Lastimosamente, un porcentaje de cirujanos plásticos evalúan más la forma que el fondo”, concluye.
Después de…
Es posible que un paciente no se sienta a gusto con su físico después de una cirugía plástica. Incluso, algunos pueden sufrir depresión, explica el psiquiatra Rodrigo Córdoba. Para evitar estas frustraciones, lo mejor es que los pacientes establezcan con los cirujanos unas expectativas realistas y tengan claro qué pueden esperar y qué no.
A veces, los pacientes piden quedar como determinada actriz o llevan imágenes de los cuerpos que desean, y lograr estos resultados no es posible. Como explica la cirujana Lina Triana, cada cuerpo es único, y ellos no trabajan con moldes. Los especialistas deben ser honestos y no prometer metas imposibles, como por ejemplo permitir que una mujer se realice una cirugía plástica porque cree que con esta logrará recuperar a su esposo. Esto jamás va a suceder. Y si la paciente se opera y descubre que su marido no volvió, seguramente tendrá una gran frustración y se sentirá muy mal consigo misma.
Estas precisiones deben hacerse antes de todas las cirugías plásticas, y de esta forma se evitan malentendidos y situaciones emocionales indeseables.
Fuente: https://www.eltiempo.com/